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Libres


Conquistar la libertad y ejercerla bien siempre ha sido un reto mayúsculo. Es nuestro bien más preciado. Es a través de ella que además de reaccionar ante lo que vivimos, podemos elegir qué respuesta damos. Es a través de la libertad que podemos tratar la realidad que nos rodea no como ella pide ser tratada, sino como nosotros hemos decidido estar en el mundo y, por ejemplo, sentir amor y comprensión por aquel que nos perjudica.


Actualmente, sin un buen autogobierno emocional, es casi imposible ejercerla y esto se debe a que ser libre se convierte en una quimera en una sociedad hipertecnológica.


Es a través de la libertad que además de reaccionar ante lo que vivimos, podemos elegir qué respuesta damos.

Piensa donde has pasado las vacaciones, en el coche que has comprado, en el partido político que has votado, en el restaurante donde has comido, qué te gusta y qué no, qué odias y que amas, a favor de quién o de qué estás y en contra de quien o de qué estás ... y ahora dime cuántas de estas decisiones has tomado tú y cuántas de ellas han sido tomadas por los algoritmos que rigen las pantallas que miras más de 4 horas al día, cada día de tu vida.


Estos algoritmos, que aparentemente nos proporcionan una experiencia única y personalizada (mentira!), lo que hacen es aislarnos de la realidad proporcionándonos sólo lo que encaja con nuestra pequeña y limitada manera de pensar, sentir, desear ... una manera que, en la mayoría de ocasiones no ha sido elegida por nosotros. Así es como dejamos de escuchar a quien no piensa, siente y desea como nosotros. Así es como nos empobrecemos y nos alejamos de la síntesis y la comunión que requiere nuestro momento para avanzar.


No puede haber libertad sin un buen autogobierno personal y tal propósito es imposible sin saber quienes somos. Sólo descubriendo quienes somos podemos gobernarnos y disfrutar de la libertad en mayúsculas. Una libertad tan radical como nuestra verdadera identidad.


No puede haber libertad sin un buen autogobierno personal y tal propósito es imposible sin saber quiénes somos.

Hoy en día las grandes tecnológicas saben mucho más sobre sobre nosostros mismos que lo que sabemos nosotros. Y esto, ¿cómo puede ser? Pues porque nosotros dedicamos cero minutos a descubrirlo y ellas cuentan con todo el tiempo que estamos conectados a las pantallas. ¿Cuánto tiempo has dedicado tu las últimas 24 horas a descubrir quién eres? Ellas han dedicado cada minuto de cualquier conexión tuya. Busca en tus pantallas cuánto tiempo te has conectado y entenderás por qué ellas saben más de ti y por qué, mientras tú te empobreces rindiéndote a sus algoritmos, ellas se enriquecen.


Por lo tanto, si queremos ejercer nuestro bien más preciado, si queremos ser personas libres debemos contestar la única pregunta que urge ser contestada de verdad: ¿quién soy yo? El resto de preguntas, pueden esperar, esta no.



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